sábado, 8 de octubre de 2011

El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan | Patricio Pron


Es un libro de cuentos. Cuando se está hablando de un libro de cuentos todo se ve distinto, todo se hace distinto, el acercamiento al libro es forzosamente distinto. El ejercicio de lectura es otro que el de la novela: encaríñate con un personaje, entiende a un personaje, convive con un personaje y luego déjalo ir, son muy pocas páginas para enamorarte. Es lo grato en lo efímero. Leer un libro de cuentos es bueno de vez en cuando. Más allá del debate cien veces comenzado, nunca terminado, de si el cuento es o no un género menor dentro de la literatura, lo que yo tengo claro es que tu relación con el libro que lees se vuelve más laxa y yo lo disfruto muchísimo.

Cuando leo libros de cuentos me doy el gustito de leer en desorden. Empiezo por donde se empieza, pero luego me voy dejando llevar por los títulos que más me gustan. También leo a placer dependiendo del tiempo con el que sé que cuento, ahora puedo el de dieciocho páginas, ahora el de siete, mañana a la una podré el de veinticinco... Por eso otorgo un nuevo orden al libro y también eso me gusta. Lo malo es que voy dejando siempre para el final el cuento que menos me conquista en los preliminares, entonces además de ser ese el último que leo, también es en el que más demoro. En este caso fue "Es el realismo".

El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan se compone de diecisiete cuentos y una "Contribución breve a un diccionario biográfico del expresionismo". El más largo de los cuentos es de 34 páginas, los más cortos son de seis páginas y son cuatro. Entre estos últimos está el que da nombre al volumen de cuentos. El libro de Patricio Pron (de título inmejorable) es muy bueno, el argentino sabe escribir. Me gustaron mucho: "Las ideas", "El viaje", "Tu madre bajo la nevada sin mirar atrás", "El mecanismo de la historia", "Los peces y las montañas". Me gustaron excepcionalmente: "Abejas" y "El corte". Este último es, creo, mi favorito; es también el cuento que cierra el libro. Los demás me parecen entre aceptables y buenos, exceptuando aquí el pretencioso "Dos huérfanos" que es malo y cursi. Me confunde un poco que no se haya decidido entre publicar "Es el realismo" y "El estatuto particular" pues me parecen el mismo cuento contado dos veces. Finalmente, para aquellos que no son investigadores interesados en el expresionismo alemán, propongo que sin miramientos ni reproches se salten la "Contribución breve..." que contribuye mucho pero que no es tan breve y rompe con la cadencia de los cuentos. En definitiva, me apetece seguir leyendo a Pron.

No me gusta citar lo que dice en las contraportadas de los libros, creo que es el quehacer habitual del crítico farsante que no lee lo que critica... pero pido permiso y perdón, pues esta vez -y por razones muy personales- estoy a punto de hacerlo:
"Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir", afirmó Anton Chéjov en cierta ocasión. En otra parte, sobre la génesis de El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, Patricio Pron sostuvo: "Allí, en Alemania, yo tenía la nariz rota y ningún lugar al que ir."

Yo no tuve la nariz rota y tenía muchos lugares a los cuales ir y a los cuales volver, pero los años que viví en Alemania viví esos inviernos demoledores que te dejan, como a Chéjov y a Pron, con una pluma en una mano y una libreta en el regazo... Ese frío terrible lleno de blanco y de silencio se lee constantemente en los cuentos de este libro y es un frío que, en la inmejorable calidez de mi casa, me gustó revivir.

Nacido en 75, Patricio Pron es uno de los ocho escritores argentinos de la lista de Granta. Creo que Pron da para mucho.

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