domingo, 13 de noviembre de 2011

Tokio blues | Haruki Murakami


Este es un imprescindible por el que no había parado. Los últimos años los he pasado oyendo hablar de Murakami, de su obra, de su arte, de su talento. Se dice su nombre entre los favoritos cada que está por entregarse el Nobel. Es un superventas y, a pesar de eso, la crítica lo respeta. Así pues, siendo que ya era hora de que nos encontráramos por la vida, me dispuse a leer Tokio blues, quizá la más elogiada de sus obras.

Si los temas principales de la literatura a través de la historia son dos eros y tanatos, en este caso la dupla es más que evidente: el amor y la muerte. Amor y muerte en sus representaciones más viscerales. El sexo y el suicidio son los dos engranajes que mueven el libro. Un libro que incluso sin sexo y sin suicidio sería estupendo en cuando al tono que se oye mientras se le lee.

Watanabe es el protagonista y es un estupendo protagonista. Define el concepto de "buen tipo". Hay algunos otros personajes entrañables, para mí el que más Tropa de Asalto que sólo aparece en una sección corta del libro, pero que Watanabe recuerda constantemente con cariño y el lector también lo hace. También es un gran personaje el viejo enfermo que convive solo una tarde de su vida con Watanabe, este viejo es un personaje estupendo que da lugar a uno de los mejores capítulos de libro. Sin embargo, el libro entero es Watanabe, sus acciones, sus amores, sus pérdidas, su ser buen tipo simplemente.

Si hacemos caso de Murakami, a mí me parece claro que Japón está poblado de tipos estupendos y mujeres que no valen tres pesos. Caprichosas, inestables o intensas, las mujeres de Tokio blues se quedan lejos de los hombres. Son un mal necesario para la ficción (y para que haya tanto sexo y tanto suicidio, también).

La música en el libro es un tema recurrente. Comenzando por el título original del mismo Norwegian wood que es un tema de los Beatles (¿de dónde habrá salido la idea de traducirlo comoTokio blues?) y siguiendo por una larga lista de canciones que acompañan todo el relato musicalizándolo constantemente.

Ahora bien, ¿es este el mejor autor que he leído? Hombre, no seamos drásticos, eso es preguntar demasiado. ¿Es uno de los mejores? Tampoco lo sé. ¿Disfruté la lectura? Sí, casi todo el tiempo. ¿Está bien escrito? Estupendamente bien escrito, en esto no tengo duda, insisto en que el tono del libro es perfecto, sin agujeros, sin paréntesis. Parece una canción de fondo que suena casi sin que la notes, pero que acompaña todo el tiempo.

La lectura de este libro tuvo un pro enorme: las notas del lector anterior, el viajero, el que leyó a Murakami durante su viaje a Japón y sabiendo que yo sería la próxima lectora del libro, fue haciendo para mí anotaciones en cartoncillo, como a él le gusta. Así la lectura tuvo un doble sabor, el de Watanabe y el del viajero. Dos buenos tipos, para más decir. Leer así fue una gozada.